“Esta es una lucha espiritual y existencial, más allá de la electoral, que también la vamos a ganar”, repite sin cesar María Corina Machado cuando se da un baño de masas al cerrar este sábado la campaña en Maturín, capital de Monagas, oriente de Venezuela, a pocos días de las elecciones presidenciales del 28 de julio.
La distancia entre Caracas y Maturín es de 500 kilómetros que se pueden recorrer entre 6 y 7 horas por carretera pero para María Corina y su caravana se toman unas 12 horas por la cantidad de obstáculos que le pone el régimen autoritario de Nicolás Maduro para impedirle su paso por tierra, aire y mar.
La anécdota es un dato del presente en Venezuela cuando restan unos pocos días para las elecciones presidenciales del próximo domingo que amenazan exponer un aluvión de votos contra el chavismo que controla el país desde hace 25 años.
Cuando Maduro busca un tercer mandato de seis años, se huele en el aire la posibilidad de un cambio, dicen en el campamento de esta dirigente, ex diputada, proscripta por el régimen después de que logró un masivo respaldo con 92% de los votos de todo el arco opositor como candidata presidencial en octubre del año pasado.
Desde entonces desafió a la inhabilitación, continuó la campaña y postuló en su lugar al diplomático Edmundo González, quien marcha favorito con alrededor de 40 puntos de diferencia sobre el autócrata chavista que busca su segunda reelección.
“Mi hermana Yali, la avenida Libertador -sitio de la concentración en Maturín- está llena de gente, nos quedó pequeña, que emoción tan fuerte, se acabó el chavismo Yali, ni con trampas nos van a ganar”, se escucha a una manifestante en las redes.
Todos sus seguidores quieren tocarla y llevarle los niños para que los abrace y los bendiga. La reciben con furor y emoción como si fuera una estrella de rock. Sus rostros se iluminan cuando la distinguen a lo lejos, bien montada en una camioneta, en un caballo, en una moto o en una canoa “ahí está, ahí viene”, gritan emocionados.
En la carretera que conduce hasta la capital monaguense, los pobladores de los caseríos adyacentes la estuvieron esperando desde el viernes en la noche para poder saludarla y protegerla de la dura persecución a la que Maduro la tiene sometida.
“Estamos aquí esperando para cuidarla y protegerla”, dice una seguidora con un rosario en la mano y un teléfono celular para la linterna y tomarse una selfie con la líder. Otro admirador de la líder tiene un cilindro de queso blanco ahumado para obsequiárselo cuando la vea.
Y otra señora la espera con un bocadillo en la mano y una bolsa de pan por si quiere comer ya que saben que el régimen cierra los paradores y los restaurantes al enterarse de que le sirvieron comida a la «guerrera» y sus acompañantes.
María Corina es empática con sus seguidores, se detiene en el camino, los saluda, abraza a todos, y se saca la selfie con quien se la pide. Y lo más importante es que escucha sus confidencias y llora con ellos. La mayoría coincide en que vuelvan sus hijos y familiares que se fueron en la diáspora.
Promesas
Montada en un camión María Corina hace una entrada triunfal en el centro de la avenida Libertador con la Universidad en Maturin. En su discurso enfatiza que el futuro gobierno de Edmundo González no hará venganza ni despedirá a los empleados públicos. Tampoco les quitará las viviendas que el gobierno les ha dado con el programa Gran Misión vivienda. “Será un gobierno de reconciliación”.
La líder enfatizó “a todas las mujeres, las madres de Venezuela y las abuelas que tenemos nuestros hijos lejos y a todos aquellos que están lejos y tienen a sus hijos aquí. Lo que una madre está dispuesta a hacer todo por defender a sus hijos les quiero decir que vamos a ganar. El 28 de julio se va a sellar el regreso de nuestros hijos”.
Sin ser candidata por estar inhabilitada por el régimen de Nicolás Maduro para ejercer cargos públicos por 15 años, la líder caraqueña lo que ha hecho es promover la candidatura unitaria de la oposición, Edmundo González Urrutia, y transferirle su caudal de votos que ganó con el 92% en las primarias de la oposición en octubre del año pasado.
Aún así, Machado es el objetivo o la principal enemiga a combatir en estas elecciones por parte del mandatario chavista, quien pretende alcanzar su tercer mandato en la competición. El tándem que forma con González aventaja a Maduro con más de 20 puntos a su favor en los sondeos, lo que se corrobora en las calles abarrotadas de gente a reventar.
Antes de Maturín, la líder recorrió el centro del país como Guárico y Portuguesa. El acoso del gobierno se ha endurecido con más crueldad pero la líder lo desafía y logra evadir los obstáculos. Le han arrestado más de 74 miembros de su equipo de los 125 presos políticos de todos los partidos opositores durante la campaña.
Ella misma lo cuenta: “Trancaron con colectivos (paramilitares) armados la Carretera Nacional de Los Llanos; nos fuimos por una trocha. -Intentaron amedrentar a nuestra gente en Valle de La Pascua y los corrimos. -Pusieron trancas en las localidades de El Sombrero y Ortiz; nos fuimos en motos. -Dijeron que San Juan no respondería y les llenamos el centro del pueblo. No entienden lo que está pasando y de la mano de Dios vamos en Guárico hasta el final”, el eslogan de su campaña.
El fenómeno electoral en lo que se ha convertido la líder caraqueña de 56 años, con la evasión de los obstáculos ha construido una épica narrativa en la campaña admirable donde le sobran los apodos de guerrera, «la nueva libertadora» o la «Juana de Arco» venezolana.
Escoltando el camión de la líder iba un motorista que gritaba, “abran paso. Se acabó esto, ni bolsa de alimentos (Clap), ni bono de guerra regalado por el gobierno, a trabajar todo el mundo”.