Como si estuviera secuestrada por un grupo de terroristas o por una banda de narcotraficantes. La revolución bolivariana exhibió a Rocío San Miguel, emblemática figura de la sociedad civil venezolana encarcelada desde hace 10 meses con falsas acusaciones de conspiración. Y lo hizo con una serie de imágenes, en las que incluso aparece con la fecha del día escrita en un papelito. La persecución contra la prensa libre es tan exagerada en Venezuela que casi no quedan periódicos de papel, tantas veces usados para confirmar esa misma fecha.
El Mundo | Daniel Lozano
San Miguel, presidenta de la ONG Control Ciudadano para la Seguridad, la Defensa y la Fuerza Armada Nacional y figura clave para entender qué sucede en el interior del ejército venezolano, forma parte del grupo de 16 ciudadanos españoles y con doble nacionalidad convertidos en rehenes de Nicolás Maduro. Entre ellos también están los dos turistas vascos, José María Basoa y Andrés Martínez, detenidos en agosto en el Amazonas criollo y acusados sin ninguna prueba de ser agentes del Centro Nacional de Inteligencia (CNI), con la orden de asesinar a Maduro, aunque se encontraban a 700 kilómetros de Caracas.
“Sentí indignación y preocupación, como hermano y como médico”, aseguró a EL MUNDO José Manuel San Miguel, hermano mayor de esta prestigiosa defensora de derechos humanos. “Primero por el trato que ha recibido desde su detención arbitraria hace más de 10 meses y su desaparición forzada por tres días. Desde ese momento se le han violado el derecho a la defensa, no hemos tenido acceso al expediente ni al escrito de acusación. No ha mantenido una entrevista personal y privada con la abogada de la defensa pública que le fuera designada [a la fuerza]”, añadió el doctor San Miguel, residente en España.
El esperpento chavista no tiene límites: a Rocío San Miguel ni siquiera la dejaron asistir a su propia audiencia preliminar ante el juez. También se le ha negado la asistencia consular, según la familia. El juicio está fechado para la semana que viene. Durante los diez meses ha permanecido en la cárcel del Helicoide, una de las sedes del Servicio Bolivariano de Inteligencia (SEBIN), que compite con el centro de detención de la Dirección General de Contrainteligencia Militar (DGCIM) y con la cárcel de El Rodeo I, especial para los prisioneros militares de mayor peso en el Ejército, para convertirse en la siniestra Saydnaya del chavismo.
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