Venezuela ha emitido este lunes por la noche un comunicado en el que advierte a sus ciudadanos de los riesgos a los que pueden enfrentarse en caso de viajar a Estados Unidos. “Se ha observado un aumento en las medidas arbitrarias de control migratorio y políticas de hostigamiento contra venezolanos y venezolanas. Se han documentado casos de detenciones arbitrarias, deportaciones sin causa, confiscación de bienes y documentos, así como tratos discriminatorios por parte de las autoridades estadounidenses”, se lee en el escrito.
El País de España | Alonso Moleiro
El Gobierno de Nicolás Maduro se refiere también a los 250 supuestos miembros del Tren de Aragua, el grupo delincuencial de origen venezolano, que Washington ha enviado a la prisión de máxima seguridad de El Salvador. “Estas acciones incluyen encarcelamientos sin el debido proceso en terceros países, violando claramente los derechos humanos”, dice el Gobierno. Las duras decisiones tomadas por la administración de Donald Trump en contra de la migración venezolana en los Estados Unidos se han convertido, como era previsible, en agua para el molino del relato chavista.
El anuncio de la Casa Blanca de invocar la Ley de Enemigos Extranjeros deja a la comunidad venezolana en este país a merced de cualquier funcionario que se antoje de acusar a alguien de formar parte de la red criminal Tren de Aragua. Por lo tanto, hay asombro e indignación nacionalista. Y si bien para muchos venezolanos en las redes sociales la medida de Trump y Bukele en contra de los presuntos miembros de esta corporación criminal es justa, y constituye un logro que en los Estados Unidos se les vincule directamente con el alto mando revolucionario chavista, en el país hay mucha gente ofendida con lo que sucede. Algunos incluso están irritados con las posturas de María Corina Machado, a quien acusan de ser corresponsable de esta realidad por extralimitarse en sus demandas de sanciones internacionales a Venezuela.
En medio de este debate, los dirigentes chavistas procuran cabalgar la circunstancia con astucia, cerrando filas en favor de los emigrantes, buscando recuperar espacio entre la población. De acuerdo al relato oficialista, la migración venezolana a los Estados Unidos -todo un hecho en la vida nacional desde 1998- no estaba huyendo del hampa desbordada, el colapso de los servicios, la conflictividad política, las expropiaciones, la hiperinflación y la escasez de medicinas, sino de “los efectos del bloqueo económico impuesto por los Estados Unidos a solicitud de la ultraderecha nacional”.
Jorge Rodríguez, líder del Partido Socialista Unido de Venezuela (PSUV) y presidente de la Asamblea Nacional, ha emitido unas declaraciones a nombre del Gobierno de Nicolás Maduro, en las cuales fustiga la decisión de Washington de enviar a 200 migrantes venezolanos acusados de pertenecer al Tren de Aragua al famoso Centro de Confinamiento contra el Terrorismo, creado por Nayib Bukele en El Salvador.
“El Gobierno de los Estados Unidos firmó una proclama que entrará en las páginas de la diplomacia internacional como una muestra de infamia, una barbaridad que solamente puede ser comparada con las leyes raciales de la Alemania nazi”, dijo Rodríguez. “Nuestros compatriotas están secuestrados. Acudiremos a todas las estrategias legales y jurídicas, hablaremos hasta con el diablo para que regresen a sus hogares, con el respeto a los derechos que tienen como seres humanos”.
El político chavista continuó: “Estamos pensando en presentar una propuesta al presidente Nicolás Maduro para que emita una solicitud para que ningún venezolano viaje a los Estados Unidos”, continuó Rodríguez en una rueda de prensa. A continuación, con bastante frescura, proclamó: “En ese país (los Estados Unidos) no hay Estado de derecho para nuestros emigrantes. Venezuela es un país decente, democrático, con Estado de derecho, con justicia.”
También Rodríguez le enrostró luego a María Corina Machado, la líder de la oposición, su responsabilidad ante esta nueva realidad decretada por el gobierno de los Estados Unidos en contra de la migración venezolana. “Ahí lo tiene, Machado, lo que le están haciendo a los ciudadanos que nacieron en el mismo territorio donde nació usted. Secuestrados en El Salvador, sometidos a trabajos forzados”.
El dirigente prometió movilizaciones populares en defensa de estas personas, y de todos los migrantes venezolanos víctimas de la xenofobia, y prometió una masiva recolección de firmas para elevar una voz de protesta en contra de las vejaciones a los emigrantes del país en el exterior.
El Tren de Aragua es una organización criminal que nació en las entrañas de algunos sindicatos tomados por la delincuencia que laboraban en las obras del tren Caracas-Puerto Cabello, aún inconcluso, hacia el año 2006. El anunciado Plan Ferroviario Nacional, gravemente escamoteado por la corrupción, fue uno de los proyectos bandera del chavismo en sus campañas electorales de aquel tiempo.
Desde hace, al menos, década y media, en la Cárcel de Tocorón, El Tren de Aragua creció como un sigiloso y agudo entramado criminal que extendió sus tentáculos en muchos lugares del país. Controlaban aquella prisión a placer, operando en sus planes delictivos desde la cárcel, y además organizando fiestas, montando discotecas, e incluso un restaurante para los presos y sus familiares, al cual se le llamó La Sazón del Hampa. El Tren de Aragua tomó un enorme vigor en los años en los cuales el gobernador de este estado, ubicado a una hora de Caracas, era Tarek El Aissami, ministro del Interior y de Justicia de Hugo Chávez por cinco años, hoy preso por corrupción en Petróleos de Venezuela.
Cuando el colapso económico se hizo sistémico, hacia el año 2015, y el torrente migratorio hacia el exterior se impuso entre los ciudadanos como una realidad, parte de estas megabandas incrustadas en las cárceles, pueblos y ciudades de Venezuela comenzaron a migrar hacia el extranjero buscando nuevos horizontes. En las zonas de tránsito, estos delincuentes pudieron reclutar a muchas personas desamparadas que emigraban huyendo del naufragio venezolano.
En ese momento, el Gobierno chavista, en un aparente acto de ruptura, tomó finalmente el control militar de las cárceles y endureció de manera inusitada sus políticas contra el hampa, eliminando a otros “pranes” locales que no emigraron, como Carlos Capa, El Coqui, El Conejo o El Wilexis.
La consolidación de medias que penalicen el ingreso de los venezolanos a los Estados Unidos tendría graves consecuencias para la vida en el país y podría perjudicar a la oposición. Los vínculos de Venezuela con ciudades estadounidenses como Miami, habitualmente ridiculizados por el lenguaje chavista, tienen ya una dimensión enraizada y tocan a todas las capas sociales de la población, incluyendo algunas zonas del oficialismo. También hay importantes comunidades venezolanas en ciudades como Tampa, Dallas, Atlanta y Denver.
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