Un grupo de 14 pingüinos magallánicos regresó al mar, en las playas de San Clemente, en la provincia de Buenos Aires, luego de ser rehabilitados por la Fundación Mundo Marino por presentar cuadros de desnutrición, deshidratación, hipotermia y alta carga parasitaria, al momento de su rescate, según informó este viernes la organización.
EFE
Estas aves marinas de la especie ´spheniscus magellanicus´ fueron rescatadas entre fines de marzo y principios de mayo pasado en distintas localidades del Partido de la Costa y en las ciudades de Pinamar, Valeria del Mar y Villa Gesell, y luego de ser rehabilitadas fueron devueltas al mar durante la mañana del lunes 10 de junio último.
“Se trató de animales juveniles que están realizando su primera migración trófica y que nacieron en noviembre del año pasado, explicó el responsable del Centro de Rescate de la Fundación Mundo Marino, Sergio Rodríguez Heredia, en el comunicado de la organización.
Los pingüinos magallánicos están distribuidos tanto en la Patagonia argentina -desde la Península de Valdés, en Chubut, hasta la Isla Martillo, Isla de los Estados e Islas Malvinas, en Tierra del Fuego-, como en el sur de Chile.
Luego de su ciclo de reproducción -entre septiembre y marzo-, mudan su plumaje e inician su viaje migratorio entre fines de marzo y principios de abril, que puede llegar hasta la latitud de Río de Janeiro.
En el trayecto anual -de seis meses en el que pueden recorrer un total de 5.000 kilómetros- fueron rescatados.
«Todos ingresaron con un cuadro comúnmente conocido como ´síndrome del pingüino varado´, es decir, animales de bajo peso, deshidratados, anémicos e hipotérmicos y con alto grado de parasitismo», explicó el Rodríguez Heredia, quien señaló que «éstos animales absorben el agua a través del pescado, por lo que si no hallan alimento, se deshidratan y, «por algún motivo, en su periplo migratorio, no están encontrando el alimento necesario para sobrevivir”.
La dieta de estos pingüinos se compone de peces como anchoítas, sardinas y merluzas; moluscos, como calamares, y crustáceos, como el langostino. El viaje migratorio anual se relaciona con el movimiento estacional que realiza la anchoita.
Al ingresar al centro de rescate se los estabilizó con fluidoterapia para revertir los cuadros de deshidratación. Progresivamente, se les ofreció una fórmula de pescado licuado con vitaminas y minerales hasta poder darles pescado entero. Se les tomaron muestras de sangre y material fecal, y se les aplicó antibióticos a los que presentaron cuadros infecciosos.
«Fueron respondiendo bien al tratamiento y, luego de una segunda muestra de sangre, que arrojó parámetros sanguíneos normales, determinamos que estaban aptos para regresar al mar”, describió el director técnico de la Fundación Mundo Marino, Juan Pablo Loureiro, en el comunicado.
Junto con el alta médico veterinaria, a cada animal se le colocó un microchip subcutáneo en la zona dorsal, que posee un código con un número que está asociado a la historia clínica del animal. Si aparece en otra latitud, con un lector, se podrá saber que ese animal estuvo en un centro de rehabilitación.
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