Dos semanas después del comienzo de unas inundaciones que han devastado el estado de Rio Grande do Sul, en el sur de Brasil, las aguas del río Guaíba comenzaron a bajar poco a poco en las calles de Porto Alegre, la capital, y algunas personas regresan a sus casas con la esperanza de rescatar lo máximo posible.
La tragedia ha dejado ya 154 muertos, 98 desaparecidos, más de dos millones de afectados y más de 600.000 personas tuvieron que ser evacuadas de sus hogares.
Según G1, que cita a la Agencia Nacional de Agua y Saneamiento Básico (ANA), la cota del río bajó a 4,7 metros este viernes, después de alcanzar 5,25 metros, su nivel máximo, el martes.
Algunas de las calles están secas porque varias casas de bombas han vuelto a operar. Ahora ha quedado a la vista un reguero de animales muertos, basura y malos olores. Otros barrios siguen sufriendo los estragos del agua y será necesaria mucha ayuda para hacer frente a esta destrucción.
«Tuvimos que lavar todo el pasillo del edificio con lejía, con detergente, con agua. El agua estaba muy podrida. Había hasta gusanos (…) Estamos viendo ratas dentro de los departamentos de la planta baja, que se inundaron», comentó Katia Toledo, una vecina.
El gobernador de Rio Grande do Sul, Eduardo Leite, anunció este viernes el inicio de un programa para transferir recursos a familias en situación de pobreza y extrema pobreza. Se calcula que 47.000 familias recibirán un ayuda de 2.500 reales (unos 490 dólares).
También anunció acciones para reconstruir el estado a corto, mediano y largo plazo, que incluye la construcción de «ciudades provisionales» en complejos deportivos y culturales en Porto Alegre, Canoas, Sao Leopoldo y Guaíba.
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